6.1 Parte 2
-Miauuuu, y ¿entonces?
-Ah ya sé, entrás vos y yo te espero acá afuera, de paso si César sale, estoy seguro de que no se nos escape.
A Mistófelis no le gustaba la idea para nada, pero no veía otra alternativa, así que tragó la poca saliva que le quedaba y entró.
Lo primero que vio fue un cartel que decía “Apodyteria” ¿Qué? Mistófelis había aprendido a leer de tanto estar en el colegio pero esto ya era demasiado.
Parpadeó un par de veces a ver si las letras se acomodaban y la palabra tenía sentido pero era inútil, así que se puso a caminar bien cerquita de la pared y entró sin que nadie la viera.
-Ah, pero si son los vestuarios.
Ahí estaban los hombres sacándose las togas, que eran como capas y las dejaban en unos estantes. De pronto ¡Oh sorpresa! Uno de los estantes tenía el nombre “Julio César” A Mistófelis le dio un salto el corazón al ver que la ropa de César estaba allí.
¡Qué emoción! Pero, ¡Eh! ¿Qué está pasando?
-Miauuu, me está llevando todos por delante. ¡Más cuidado muchachos!
Así desnudos como estaban los hombres salieron a hacer ejercicio a un gran patio que tenía un cartel que decía “Palestra”.
Mistófelis estaba tan emocionada que salió corriendo detrás de ellos hasta que se dio cuenta de que algo no estaba del todo bien…
-Uf qué calor, acá no se puede ni respirar. Y cuanto vapor y…
De pronto ¡Splash! Mistófelis estaba dentro de una pileta con agua caliente.
-Aj, aj,¡Me ahogo!!!!!!!!! Grrrrr, no sé nadarrrrr!
Por un momento el pánico se apoderó de Mistófelis, que sin saber ni lo que hacía movía sus cuatro patitas a toda velocidad bajo el agua.
Claro que como tenía los ojos cerrados no sabía ni dónde estaba y de repente sintió algo tiernito y clavó las uñas para no caerse.
-¡AAAAAHH! ¡Qué rayos hace un gato en el agua!!!!!
La voz de César retumbó por todas las termas y se oyó hasta afuera, donde estaba Antonio.
De pronto Mistófelis sintió cómo una manota fuerte la sujetaba y la hacía volar por los aires.
Por suerte los gatos siempre caen parados, así que aterrizó toda mojada en piso firme. Pegó un vistazo al enojado César y salió corriendo a toda velocidad.
-Prrr, ahora sí que va a ser difícil que este César quiera volver a hablar conmigo- Pensó Mistófelis y se fue caminando con la cabeza a gachas como un verdadero gato mojado.