5.1 Parte 2
-¡Miauuu! ¡Esperá Gawain! ¡Se supone que el escudero va con el caballero! ¡Esperame! –Maulló Mistófelis y ni bien Gringolet aminoró la marcha, pegó un salto y se subió a las rodillas de Gawain.
Así comenzaron a cabalgar día y noche enfrentándose valientemente a lobos hambrientos, dragones que echaban fuego por la boca y osos enormes. -Ah, mi amiguita, esta aventura va a terminar con nosotros… ya estamos muy cansados, nos cubre la nieve y… tengo miedo de que nunca encontremos al caballero Verde.
-¡Miauu! ¡Un poco más Sir Gawain! –dijo Mistófelis que estaba igual de cansada que su amigo, pero que no quería rendirse. Como todas las noches, Gringolet se tiró al piso, que ahora estaba cubierto de nieve y Gawain y Mistófelis se abrazaron fuerte para darse calor y se acostaron sobre el caballo. -¡Miauu, milagro, miau!- Maulló Mistófelis ni bien abrió los ojos. -¡Miren ese castillo! ¡Miren ese castillo! Gringolet se paró de un salto y Gawain voló por el aire.
-¡Auch! –Gimió Gawain cuando cayó de espalda al piso. -¿Qué está pasando? -¡Que allá arriba en esa colina veo un castillo! ¡Que es enorme y que seguro estarán encantados de recibir a una gatita adorable y a sus acompañantes y darles leche, queso y un fueguito calentito! ¡Síganme, mis valientes!