7.1 Parte 2
-Miauuuuuu, miauuuuuuu -¿Qué te pasa Mistófelis? –Dijo Gawain enojado. -No molestés, ¿No ves que esto es una fiesta? Pero Mistófelis tenía miedo y estaba determinada a sacarlo de ahí. -Miauuuu, miauuuu, miauuuu. -maullaba cada vez más fuerte.
Mi señor. -Se disculpó Gawain- parece que algo le pasa a mi gatita, me retiro a dormir. Buena suerte mañana. Alzó a Mistófelis de mala gana y de fue a su habitación. Aquella noche Gawain tuvo toda clase de pesadillas y en todas aparecía ese horrible caballero verde con su hacha lista para cortarle la cabeza. Mistófelis, que como todos los gatos, sale de ronda a la noche, esperó a que Gawain se quedara dormido y salió a recorrer el castillo.
-A ver… -pensó Mistófelis- a ver si encontramos algo interesante. Mistófelis caminaba en puntitas de pie, para no hacer nada de ruido y se mantenía muy, muy cerquita de la pared, para que nadie la viera. -Mmmm… ésta debe ser la cocina… ¡Sí! Ahí están las sobras de la fiesta!. –Y sin pensarlo dos veces dio un super salto, se subió a la mesada y se agarró una patita de pollo. -Esto está buenísimo. Bueno, me voy a dar una vueltita por la biblioteca. La biblioteca era la sala más hermosa del castillo. Tenía paredes de piedra cubierta por tapices que mostraban escenas de guerra llenas de caballeros de armaduras brillantes. Del centro colgaba una lámpara enorme llena de velas que flameaban como locas con la brisa y dibujaban sombras gigantescas por todos lados.
-¡Guau! Digo ¡Miau! –dijo Mistófelis sorprendida mientras giraba la cabeza de un lado a otro.- Y de repente sus ojos se chocaron con un par de ojos negrísimos que la miraban fijo. -¡Miauuuuuu! –Gritó la gata, dio un super salto y quedó colgada de la lámpara. -Pero… -dijo el dueño de los ojos, que era un hombre alto, flaquito, encorvado y vestido con una túnica larga hasta los pies- no te asustes Mistófelis, soy Merlín, el mago y me manda el rey Arturo para protegerlos.