2.1 Parte 2
-Ah, pero ¡Qué genial! -Sí… el problema es que mi galera ha desaparecido… y si no la encuentro… ¡Estoy perdido! -¿Y qué podemos hacer? -Parece que el ladrón en realidad quiere que encontremos el sombrero, porque me ha dejado una nota. Mirá. Con mucho cuidado Lincoln metió la mano en el bolsillo interior de su saco, que era tan largo que le llagaba a las rodillas y sacó un papel negro. Tenía los ojos abiertos y una expresión de miedo. Las manos le temblaban y Mistófelis se empezó a sentir nerviosa.
-¿Ves Mistófelis?, ¡Con la ayuda de un gato! Vos podés ayudarme. -¡Miau, pero yo no entiendo ni miau. Justo en ese momento, se sintió un ruido en la ventana. Mistófelis y Lincoln se quedaron duros como una piedra, porque ya tenían más miedo que no sé qué y justo ahí, parado en la ventana había un cuervo enorme que los miraba amenazante. -¡Miauuuuu!– Gritó Mistófelis y de un salto se trepó a la cabeza del pobre Abe, que tras que estaba asustado empezó a revolear las manos para sacarse a Mistófelis de encima. -¿Qué hacemos? Parece que nos quiere decir algo. A pesar de que los gatitos tienen fama de comerse a los pájaros, Mistófelis nunca había cazado uno y estaba temblando de miedo. Porque este cuervo era enorme.
-¿Qué es lo querés? –Preguntó Lincoln haciéndose el valiente. -Nunca más.- Respondió el cuervo. -Qué? -Nunca más.- Volvió a decir, abrió las alas y se posó sobre la cabeza de la pobre gata. -¡Miauuuuuuu! –Gritó Mistófelis y de un salto se escondió debajo de una silla. -Creo que quiere que lo sigamos.-Dijo Abe rascándose la cabeza. -Bueno, ni sueñes que yo lo voy a seguir, no lo quiero ver ni cerca. -Mistófelis, por favor ese sombrero es muy, pero muy importante para mí… y sólo vos podés ayudarme. Mistófelis suspiró hondo, miró al cuervo, se preparó para un largo viaje.