9.1 Parte 2
Caminaron y caminaron por las montañas altísimas y ya estaban agotados por el esfuerzo y el frío cuando de repente vieron venir a un nene cargando unos baldes con agua. Mistófelis, ni lerda ni perezosa hizo su truco favorito, se tiró panza arriba, lista para enamorarlo y así fue.
-¡Qué hermosa gatita!- Dijo el nene y de inmediato le empezó a hacer cosquillitas en la panza.
-Estamos buscando el palacio del emperador de China…pero me parece que nos perdimos…miauuuuuuuu. -Lloriqueó Mistófelis
-No llores michi… mirá yo voy para allá, seguime, me llamo Chan. Mistófelis le guiñó un ojo a los otros dos y se puso a caminar al lado de Chan. Al rato, como por arte de magia la gran muralla del palacio del emperador apareció por entre las montañas.
-Bueno, hasta aquí llego yo, Michi, ese es el palacio, ¿Lo ves? Y con una caricia más, Chan se despidió de Mistófelis. Los tres espías se escondieron detrás de un arbusto cerca de la muralla.
-Este es el plan. -Empezó Mistófelis, que evidentemente se había convertido en la líder del grupo-. El palacio está lleno de guardias, así que ustedes no podrán entrar, pero como yo soy una gatita… Sin más explicaciones Mistófelis dio un salto y se trepó al muro. Se quedó paralizada. Justo debajo había cientos de guardias listos para el ataque.
Llevaban unas armaduras de cuero y metal que cubrían sus quimonos de colores vivos y tenían la cabeza cubierta por un casco. En la mano llevaban poderosas espadas.
-Miiauuuu… ¿Qué hago? -Pensó Mistófelis mientras miraba a un lado y al otro de la muralla. Si volvía con sus compañeros, no podría cumplir la misión pero si saltaba… no sobreviviría a todos esos soldados.
-Ah… ya sé… voy a caminar por la muralla hasta encontrar un lugar para bajar.