5.2 Parte 3


Caminaron un par de pasos y allí estaba el gran Sopatrus. No era muy alto y aunque no se le veía mucho el cuerpo, se veía que era joven. Sus ojos eran negros como el azabache y la cara estaba cubierta de una barba tan tupida que había que adivinar algunos de sus rasgos. -¡Querido Ragshaw!¿Qué te trae por acá? -Rió Sopatrus.- Me imagino que no me querrás vender un gato, ¿No? -Y su risa invadió el mercado. -Gritaba tu nombre y… bueno, la acompañé hasta aquí. -Dijo Ragshaw encogiendo los hombros.

Mistófelis estaba un poco asustada, parecía que este Sopatrus era medio malhumorado…Tenía que comprárselo rápido, rápido…así que maulló despacito y empezó a acariciarle las piernas mientras abría los ojazos amarillos y lo miraba con aires de inocencia. Estaba claro que en algunas ocasiones lo mejor es apelar al corazón, así que no dijo nada de nada. A los pocos minutos Sopatrus ya la había subido a upa. A Mistófelis no le gustaba nada estar a upa, pero esto era una urgencia así que hizo como que le encantaba y ronroneando tiernamente frotaba sus bigotes contra los de él. Infalible, el mayor mercader de Constantinopla había caído rendido a sus pies. Fue entonces que ella extendió su patita y le dio el pergamino que le había dado Teodora. -Y esto ¿qué es?, ¿a ver? -Sopatrus se puso a leer las instrucciones reales con el ceño fruncido, porque un mensaje así no es pavada.- Mmmmmaaaa mmmmmmm, ajá, bueno si estas son las órdenes tendremos que salir a buscar a nuestro espía colega ya mismo. Y mientras se ajustaba la túnica, puso a Mistófelis en el piso y dijo -Seguime, el camino a Santa Sofía es por acá”. La cúpula impresionante de la iglesia se asomaba a su izquierda; a su derecha se elevaba la fachada de columnas encumbradas del hipódromo Mistófelis se detuvo al otro lado de la plaza para contemplarla. El escalofrío que sintió le entumeció las patitas; le dio miedo seguir adelante. Sopatrus se dio cuenta enseguida, la miró a los ojos, y siguieron el resto del trayecto a Santa Sofía con la gatita en brazos, toda acurrucadita entre las túnicas de su futuro compañero de aventuras.