7.2 Parte 3
A Mistófelis se le pararon los pelos y el corazón ¡Estaba loco! Apostaba todo y ni siquiera le había consultado a Teodoreto… -Los espero a la caída del sol. -Sonó la voz de Anitra mientras se alejaba en su camello dorado. Mistófelis tragó saliva , bajó las orejitas y se fue caminando pesadamente hacia la tienda. Sopatrus caminaba a su lado pero su paso era el de un verdadero triunfador, estaba eufórico.
-¡Teodoreto! ¡Viejo amigo! Tendremos un par de camellos veloces como el viento para atravesar el desierto.-Gritó al entrar a la tienda. -¿De qué hablás? ¿Cómo los conseguiste? -Preguntó el moje con evidente sorpresa. -Aposté todo lo que tenemos al camello de la princesa beduina. -Dijo mientras sonreía triunfante. -¿Queeeeeeé? -Gimió el monje-. Es una locura, ¿Y cómo sabemos que ese camello va a ganar? -Bueno, no lo sabemos, pero eso es parte de la emoción. Teodoreto no contestó, de repente se puso pálido y miró a Mistófelis que ya se había comido todas las uñas. Acto seguido se puso su capucha negra, se arrodilló y se puso a rezar, que a esas alturas era lo único que podía hacer. Al caer la tarde decenas de camellos empezaron a llegar de todos lados. Estaban decorados con mantas rojas, azules y doradas que flameaban en el viento frio de la tarde. Los jinetes iban vestidos con túnicas blancas y llevaban la cabeza cubierta por amplios pañuelos de todos colores.