Chapter 7 Capitulo 7: “Una Ciudad Perfecta”
-¡Miauuuu! –Maulló Mistófelis mientras abría los ojazos amarillos- Esta máquina de volar se ve bárbara…pero yo soy gata…¡Y tengo vértigo! Ay…Ay…
De sólo pensarlo, a Mistófelis se le llenaba el estómago de mariposas…estaba claro que a Londres tenía que ir de alguna manera, y caminando… no iba a llegar ¡Nunca! Se paralizó en el medio de la habitación, tensó todos los músculos y…se largó a correr en redondo, rebotando por todos lados como si estuviera enchufada a una central atómica
-¡Miauuuu! Ahora sí, ya me descargué –Dijo jadeando, agitada y con el corazón que se le salía por la boca, mientras subía a la maravillosa máquina de volar. La máquina estaba allí, en el medio de la habitación, con las alas extendidas esperando a un tripulante que accionara sus pedales y la hiciera volar por encima de las nubes.
De pronto Mistófelis hinchó el pecho y se sintió como una verdadera heroína. Se deslizó dentro de la máquina, puso cada patita dentro de un pedal y empezó a moverlos con fuerza. Las enormes alas comenzaron a moverse perezosamente. Mistófelis pedaleó un poco más y de repente…¡El Milagro! Las alas empezaron a moverse como si fueran parte de un pájaro gigante y la máquina se despegó del piso, quedó suspendida en el medio de la habitación y…¡Salió volando por la ventana.
El viento pegada con fuerza en la cara de Mistófelis, que al principio tuvo un miedo horrible…pero de a poco…abrió más y más los enormes ojos amarillos, llenó los pulmones de aire y ¡UUUUUHHH! ¡Empezó a disfrutar! Mistófelis pedaleó un poco más fuerte y la máquina de volar subió todavía un poco más y más. La ciudad de Florencia se veía en todo su esplendor. Techos de tejas rojas sobre casitas de paredes amarillas como el oro. Los rayos de sol iluminaban las cúpulas redondas de las iglesias y las estatuas gigantes de la Plaza de la Signoría. Mistófelis giró a la izquierda y las alas viraron hacia el río. El Arno se veía como un manto plateado, interrumpido de tanto en tanto por los puentes antiguos.
¡Ahora rumbo a Londres! –Gritó la gata, dio un último vistazo a Florencia y subió hasta pasar por arriba de las nubes. -Ya debo estar cerca- Pensó Mistófelis y bajó un poco.- ¡Sí! ¡Ése debe ser el Big Ben! Es enorme y brilla como si fuera de oro…