2.1 Parte 2

-¿Pero cómo?

-Parece que el ladrón en realidad quiere que encontremos el cuadro, porque me ha dejado una nota. Mirá.

Leonardo desenrolló un trozo de papel amarillento y se lo mostró a Mistófelis.

Nota

-¿Ves Mistófelis?, ¡Con la ayuda de un gato! Vos podés ayudarme.

-¡Miau, pero yo no entiendo ni jota.

Sin decir más, Leonardo empezó a caminar por los pasillos de la casa.

Atravesaron mil galerías llenas de Santa Ritas en flor y patios perfumados de azahar hasta que finalmente llegaron a una especie de taller.

Había enormes dibujos que mostraban planos de máquinas asombrosas y todo el piso y las mesas del lugar estaban llenas de maquetas de instrumentos que a los ojos de Mistófelis parecían incomprensibles.

-Mistófelis, -dijo Leonardo de repente- ésta es mi sala de inventos.

Mistófelis no sabía qué decir. Estaba tan emocionada que apenas si podía tragar.