Chapter 4 Capítulo 4: “Ulises, El más astuto de los Mortales”
-¡Guau, digo miau!- pensó Mistófelis, -Esto sí que es lujoso. Y ¡Qué solemne! Mmmmm, a ver ¿quién será Atenea, la de los ojos claros? Ah, ya sé es esa que tiene el casco, claro porque hasta nació con el casco puesto, así que no se los debe sacar nunca… pobre… qué incómodo. Bueno, ahí voy-
Y Mistófelis se puso a caminar como si fuera una modelo en una pasarela. Se acercó a la diosa e hizo su pirueta preferida, se tiró panza arriba y diciendo –Miau-empezó a balancearse de derecha a izquierda. ¡Verdaderamente irresistible! Por supuesto Atenea, la de los ojos claros la vio y sucumbió. -¡Qué hacés acá hermosa!- dijo, -no creo que estés en el Olimpo por casualidad, es muy difícil llegar y los que se atreven a tanto es porque tienen alguna misión.
-Oh, diosa Palas Atenea, la de los ojos claros.- Mistófelis sabía que la diosa era muy susceptible a las alabanzas, así que no escatimó en halagos,-Los honorables Griegos, tus protegidos están en apuros. Se han metido en un lío del que no pueden salir.
-Pero ¿Qué me estás diciendo? ¿Qué pasó? -Todo empezó con Helena, que se fue con Paris… -¡Ese atrevido de Paris!, que no tiene ni honor ni buen gusto, ¡Cómo se atreve a llevarse a una mujer Griega! ¿Dónde hay que firmar? ¿Qué tengo que hacer para vengar a mis amados Griegos? ¡Lo que sea! Lo que sea para ayudarlos.
¡Uf! ¡Qué euforia!, esta diosa sí que tenía valor, y sí que estaba enojada con Paris, por eso de haber dicho que Afrodita era más linda que ella. Al verla tan decidida, Mistófelis le contó todo lo que sabía de la guerra de Troya, y también que era muy importante convencer a Aquiles para que llevara a sus guerreros, los mirmidones, para vencer a los troyanos. Pero también le dijo que Aquiles estaba muy enojado y que no quería participar.
-¡Atenea, hija de Zeus! Hablá con tus soldados de armaduras de bronce y convecelos con palabras dulces para que no regresen a Grecia sin dar batalla.- Suplicó la gatita.
-No te preocupes, Mistófelis, lo que tenemos que hacer es hablar con Ulises, el conquistador de ciudades, y pedirle que nos ayude a convencer a Aquiles. Ésta es tu misión, bajá del Olimpo, y convecelo con palabras dulces para que no regrese a Grecia sin dar batalla.- Suplicó la diosa a la gatita.