Chapter 8 Capítulo 8: “La Gran Idea de Mistófelis”





gata


Mistófelis había probado su valor y estaba sentadita firme, con su casquito de guerrero griego junto a Aquiles sobre la cubierta del barco. Las olas movían las naves que parecían cabalgar sobre líquido hacia la gloria.

Tan pronto como el primer navío tocó tierra troyana, los mirmidones saltaron al agua y al grito de “A ganar” salieron corriendo mientras quedaban envueltos en miles de gotitas de mar y arena.


batalla


Los dioses del Olimpo estaban tan emocionados que no hacían otra cosa que mirar la batalla. Apolo luchaba por defender a Troya y Atenea por defender a los griegos…hasta que el padre Zeus decidió intervenir… la guerra ya se había dilatado mucho, entonces dio orden a Atenea de ayudar a Aquiles y ella habló con estas palabras aladas, ”Aquiles, los dioses estamos de tu lado, parate y respirá, que yo traeré a Héctor para que combatas con él y des una gran victoria a tu gente”.


Atenea


Mistófelis no podía creer lo que escuchaba. Se agarró fuerte el casquito y se puso a correr junto a Aquiles que atravesaba el campo a toda velocidad con su lanza en alto.

Atenea, la de los ojos claros, también había hablado con Héctor para que fuera a combatir con Aquiles, pero se había hecho pasar por Deifodos, el hermano de Héctor, para que él creyera que su victoria era segura.

De repente estaban Aquiles y Héctor frente a frente. Todo pareció detenerse alrededor, todo se volvió como una película en cámara lenta.


cuadro


Héctor y Aquiles frente a frente. Los héroes se miraron a los ojos y la lucha comenzó. -Plin, plan.- El ruido de los metales era ensordecedor, retumbaba en las murallas de Troya.


cuadro2


Mistófelis, que en otras peleas se había escondido, seguía los movimientos con sus patitas, como si ella también estuviera luchando a la distancia y se la escuchaba, -miau, miauuuu.

De repente todo terminó… el silencio se apoderó de Troya, Héctor estaba en el piso, rendido ante el gran Aquiles. Todos quedaron duros, unos de sorpresa, otros de emoción, y muchos otros de miedo.


cuadro3


Ni Aquiles podía entender lo que pasaba y de repente un río tibio se deslizaba por su pie… bajó la vista y con horror vio cómo la sangre brotaba de su talón. Una flecha dorada había salido del arco del dios Apolo y lo había herido en el único lugar de su cuerpo que no era invencible, su talón.