8.1 Parte 2
Todo era silencio y desolación. Cada grupo comenzó a caminar con la cabeza a gachas hacia su refugio de soldados. Ya sin sus héroes era difícil continuar. Mistófelis también estaba desorientada, y caminaba entre los hombres mirándolos desde abajo. De vez en cuando, una lágrima le caía sobre la cabeza…
-¡Miau, qué tristeza!… Lo que los griegos no sabían era que aún quedaba una Heroína… -Ya sé. -Se dijo Mistófelis. -Tengo un plan para ganar esta guerra. ¿Se pueden imaginar cuál sería esta idea?… Se largó a correr como loca y sin importarle si la veían o no, se metió en la tienda de Ulises…
-¡Ulises, Ulises! Tengo una idea espectacular… -Ahora no gatita, no estoy de ánimo, dejame en paz. -Pero Ulises… tenés que escucharme. Si hacemos lo que yo te digo ganaremos, no hay duda…
Y tanto insistió, tanto insistió, que Ulises la escuchó. Y ¡Cómo abría los ojos cuando Mistófelis le iba diciendo el plan!
Estaba tan entusiasmado que antes de que la gata terminara su historia, ya se había levantado de la silla y estaba saliendo a darle instrucciones a sus soldados.
Aquella noche los Mirmidones hicieron honor a su nombre, porque el campamento parecía un hormiguero. Unos cortaban madera, otros clavaban y todo en el mayor de los silencios y bajo la luz de la luna, para que nadie pudiera verlos desde las altas murallas de Troya.
Al despuntar el primer rayo de sol, un enorme caballo de madera se erguía delante de las puertas de la ciudad pero los Mirmidones no se veían por ningún lado, sólo estaba Ulises golpeando las pesadas puertas.
Los troyanos estaban sorprendidos, y no sabían si abrir o no, porque en la guerra y en el amor todo vale, y no entendían muy bien qué significaba semejante monumento.
Después de mucho deliberar, concluyeron que se trataba de un homenaje que los griegos querían hacer a los troyanos por haber ganado la guerra, y abrieron las puertas y pusieron el hermoso caballo en el medio de la calle principal de la ciudad.
Estaban todos tan contentos que organizaron una gran fiesta para esa noche. Cuando finalmente oscureció, comenzó la música, las danzas, la comida y el buen vino, porque en aquella época cada vez que había un festejo, se tomaba vino. Qué contentos estaban los troyanos, bailaron tanto, tanto que iban cayéndose dormidos en las calles, tan felices estaban de que la guerra hubiera terminado.
Cuando finalmente todo estuvo tranquilo y en silencio…se oyó un “criiiiiii” que venía del caballo. No se estaba rompiendo, se estaba… ¡Abriendo!, y adivinen quién salió de adentro… Sí miles de Mirmidones como hormigas bajaron del caballo. Inundaron las calles de Troya y como los soldados troyanos estaban dormidos los tomaron prisioneros. Finalmente los griegos habían vencido.
En ese momento… se oyó un estruendo ensordecedor y un resplandor plateado iluminó la más oscura noche troyana y la voz de Zeus resonó entre los muros de la ciudad ”Bien hecho, Mistófelis. Has cumplido tu misión. Ahora eres la gatita más heroica de la historia.” Mistófelis sintió que daba vueltas infinitas en un espacio plateado. -¡Ahhh! voy a vomitaaaarr!
Por suerte antes de que fuera demasiado tarde, Mistófelis ya estaba en el colegio frente a su libro de historia preferido, el de la guerra de Troya.
Fin