7.3 Peinados y maquillaje en la Francia de María Antonieta
Siempre hubo costumbres bien marcadas sobre el embellecimiento de las personas y periodistas que se encargaron de que todos supieran cuál era la moda del momento, que en aquella época la marcaban los reyes y las reinas, hoy la marcan las modelos y las estrellas del cine y de la televisión.
En el Siglo XVII las mujeres de Francia tenían un gusto obsesivo por mantener la piel de su cara tan blanca como les fuera posible. Según dicen, para lograr este efecto blanco Ala, las francesitas usaban todo tipo de combinaciones extrañas a base de pepino, azufre, tiza y cal. Las consecuencias eran terribles.
Cuentan que La Duquesa Laurie Maummet, como muchas otras mujeres nobles, se ponía esa mezcla en la cara para ir a las fiestas cortesanas y luego parece que tenía que desaparecer de la vista pública durante largas temporadas para recomponer su rostro de las quemaduras y la sequedad. Otro dato curioso sobre lo que las francesas consideraban bello, eran los lunares artificiales.
Las mujeres se los ponían en cierta parte de su cara. Parece que había un mensaje oculto según la posición en donde se ubicara el lunar2. Si estaba debajo del ojo izquierdo, la mujer estaba comprometida. En cambio, si estaba sobre el lado derecho, buscaba novio y las casadas, por lo general, lo usaban en el mentón.
El gusto por los falsos lunares fue tal, que las mujeres acostumbraron a dibujárselos. Se ponían 7 u 8 en toda la superficie de la cara. Todo el proceso de vestirse, ponerse maquillaje y peinarse era como una ceremonia que se realizaba en frente de un grupo selecto de personas. Ésta costumbre comenzó con el rey Luis XIV aproximadamente en el año 1650.
Los hombres tampoco se quedaron atrás. Fue Luis XIII, hijo de Enrique IV, el que estableció la moda de la peluca para hombres. Resulta que se había quedado pelado siendo muy joven y se puso una de esas pelucas blancas, una peluca empolvada. Esta moda duró hasta poco después de la revolución francesa y fue tan popular que se extendió a las mujeres, de modo que en Francia todos terminaron usando peluca.
Para la época de María Antonieta, las mujeres usaban enormes tocados cubietos por su propio pelo y por rulos postizos, moños, perlas y plumas. A veces estos peinados eran tan altos que necesitaban un sirviente que se los sostuviera todo el tiempo.